Nadie en este puto planeta sería capaz de calcular siquiera las ganas que puedo llegar a tener de saludarte cada día, de pasar aunque sea uno, dos, tres minutos a tu lado. Hablando, como si nada. Introducirte en mi rutina de una manera u otra. De abrazarte y de besarte sin que venga a cuento, que pueda hacerlo por impulsos sin que nadie me lo prohiba. Eres eso que necesito a mi lado si o si. Para así poder demostrarte cada día que eres lo mejor que me ha pasado nunca.

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